LA TELEPATIA
La expresión telepática en el Discípulo y en el Iniciado.

Debemos evaluar la diferencia que hay entre la telepatía instintiva, basada en la emoción; la telepatía mental, basada en la mente concreta y abstracta, y la telepatía intuitiva.
Todo el misterio de la telepatía está basado en la transparencia de esos cuerpos. La transparencia emocional otorga un factor telepático emocional, la transparencia mental, ya sea concreta o abstracta, otorga una telepatía mental y finalmente, la telepatía basada en la intuición misma, que registra la unidad de todo lo existente.
Haciendo referencia a la figura de los discípulos e iniciados, consideramos que todo discípulo de alguna manera ya se ha basado en la telepatía instintiva, que está fundamentada netamente en la emoción. Pero en el recorrer del sendero, en el logro de ciertas etapas del discipulado, se va modificando la telepatía instintiva por la telepatía mental. O sea, empieza a ser permeable a los conceptos y puede luego elaborar la finalidad de los mismos y esto dar lugar a un esquema de unidad en sí mismo, arribando así a la telepatía intuitiva.
Es una serie gradual de transparencias que uno va obteniendo. El trabajo sobre sí mismo depende de la transparencia y luego de la conciencia de la misma transparencia. De esta manera ve y comprueba en qué cuerpo se apoya el factor telepático.
La tarea es registrar qué facetas de su vida, qué yoes de su estructura han obtenido más transparencia y nivel que otros. El factor telepático se apoya sobre los yoes que más transparencia han obtenido y de esta manera se incrementa el factor telepático.
La palabra transparencia es muy clave, porque no implica un acto deliberado ni una acumulación de intenciones, sino simplemente ver lo que está y no pretender lo que uno quiere que esté. Pretender ver es obnubilar la transparencia y esto es la negación de la telepatía. Cada ser humano debiera ser conciente de sus transparencias y de todas las áreas de su vida. Esto en sí no tiene un valor facultativo, pero es la plataforma necesaria para cultivar el factor telepático. Ver el grado de naturalidad incide en el grado de inofensividad de las emociones y la mente. En esto consiste inicialmente la consagración de la telepatía.
Esto permite que el discípulo pueda servir realmente pues de este modo entra en contacto con lo subyacente, con el Plan mismo.
El ver lo que está presente, o el verse inspirado, son modalidades telepáticas por las cuales obtenemos el acceso al Plan.
Existen dos corrientes: aquella en la cual el discípulo se ve inspirado, que es un factor de recepción, o aquella en la que simplemente ve y comprueba. Las dos corrientes pueden darse simultáneamente dependiendo mayormente de los factores afines. Sería importante comprobarlo, pues la misma comprobación nos llevaría a Factores Clarividentes. Se agudiza de este modo la visión y se desarrolla la objetividad de todo aquello en lo cual la visión se posa.
Considero que toda escuela basada en el Factor Telepático ha de tener como instrumento por excelencia la vigilancia. Vigilar los procesos en desarrollo y observar las tendencias que estos naturalmente van teniendo, es un prodigio de la observación.
La tarea de la vigilancia en el nacimiento de la Telepatía es un trabajo imprescindible. La vigilancia en sí produce el incremento clarividente en todos sus planos, donde uno podría observar las predisposiciones naturales y lo que podría encerrar algún peligro.
Hay dos factores que demandan una gran atención: la Unidad y el Propósito, he aquí un gran dilema. El Propósito es de un orden más elevado pero más peligroso, en ausencia de la Unidad. El ser humano es más sensible al propósito y a las buenas intenciones, que a la Unidad en sí misma. Los propósitos que carecen de Unidad, se tornan excesivamente peligrosos.
El ser humano sensible al factor telepático, en el que prevalece más el propósito que la unidad, arroja el cuadro de todos los desbordes, fanatismos y posturas dictatoriales que han significado grandes peligros para la humanidad. Esto debe guardar una exhaustiva vigilancia.
Todo ser humano que se aventure en lo facultativo debe vigilar su naturaleza. Vigilar la unidad de su interior y que ésta pueda sostener el peso del propósito. Las personas cargadas de propósitos pueden traer muchas dificultades si el propósito no está esclarecido y no goza de unidad interior. Debe existir una gran vigilancia en la transparencia de los Cuerpos Internos lo que hace a la claridad y a la transparencia de las intenciones.
Una Escuela de esta naturaleza es muy compleja y delicada.
Recuerdo una frase muy hermosa que reza: “Dios le ha dado al hombre el don de la palabra para permitirle ocultar sus pensamientos”. Esto nos habla de la imprecisión del pensar y si esta imprecisión tuviera la puerta abierta de la telepatía podría ser demasiado peligrosa. ¿Podemos imaginarnos este mundo sin la necesidad de la palabra y que nos entendiéramos por los pensamientos que tenemos?
Esto nos habla de la Divina Precaución que debe estar presente en la vida humana. Tenemos el don de la palabra para mantener en reserva el interior de nuestros pensamientos. ¿Qué sería del mundo si éstos fueran escuchados? Debemos comprender que en el estado actual la palabra protege al pensamiento de su propia imprecisión. Esta cautela, de algún modo es necesaria, pero debemos convenir también que es la negación de la telepatía.

Esto debe llevarnos a un ámbito de muchísima precaución, pero aún así, sería maravilloso intentarlo. Creo que en los planes de la Evolución está el hecho de que esto sea posible. Hay que ver de qué manera argumentarlo y cómo su puesta en práctica pudiera estar a salvo de todas las contrariedades del tema.
Si tuviéramos la inquietud de dar un curso sobre telepatía, ¿a qué debiera obedecer la inquietud: al esclarecimiento del tema o a su puesta en práctica?
Creo que el esclarecimiento del tema sería la obra de la transparencia y ese sería el camino a seguir. La puesta en práctica sería la sugerencia del propósito y esto no sería recomendable.

El hombre puede ser invitado a una tarea, no para ponerla en práctica, sino para esclarecerla. Este dilema responde a una facultad muy observada por El Tibetano en la cual nos aconseja: “La comprensión real del factor tiempo con su flujo y reflujo y sus períodos adecuados de actuación”. Es decir, el factor tiempo, ¿qué nos podría sugerir? Es hora de esclarecer o de plasmar? La facultad telepática en su cualidad premonitoria debiera guiar esto, pero al tratarse de una escuela experimental, aún todo es incipiente.

(Yaco Albala)